El concepto de tarjeta revolving se ha convertido, en el marco de los productos financieros, en uno de los más controvertidos de los últimos años.
En este sentido, hay que tener en cuenta que las malas prácticas utilizadas en algunas de sus comercializaciones han incrementado sus polémicas hasta el punto de que, en numerosas ocasiones, las ventas de este producto bancario han acabado judicializadas.
Resulta interesante, por tanto, profundizar en las características que han hecho tan conflictivo este producto financiero.
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La naturaleza de las tarjetas revolving
En primer lugar, cabe señalar que las tarjetas revolving han constituido un producto bancario difícil de comprender para el usuario medio de las entidades financieras.
Se trata de lo que en el argot bancario se conoce como un producto complejo. Esta complejidad, por otro lado, viene dada por su condición mixta, ya que comparte características propias de las tarjetas de crédito y de los créditos al consumo.
Quien apuesta por este producto financiero recibe una tarjeta física mediante la que puede realizar las compras que desee. El dinero que le cuesten estas compras será devuelto en cuotas.
Interés muy alto
Cabría la posibilidad de que se devolviera en un solo pago cuando venza el mes, pero esta opción no suele ser muy publicitada por las entidades que ofrecen las tarjetas revolventes. La escasa repercusión de esta posibilidad sugiere que se trata de unas tarjetas con cláusulas engañosas.
Por consiguiente, lo normal es que el usuario elija la opción de fraccionar el pago del dinero que recibe a crédito. Las cuotas de pago mensuales mediante las que va a ir abonando los fondos que se le han prestado están asociadas a unos altos tipos de interés.
Respecto a estos tipos de interés, interesa estar atento al indicador TAE. A grandes rasgos, se plantean las opciones de abonar una proporción de la deuda que se esté generando o una deuda fija cada mes.
Por otra parte, el dinero que se va debiendo es repuesto con gran rapidez en la tarjeta, por lo que quien la tiene en su poder va a contar siempre con liquidez para afrontar los pagos que desee.
La agilidad y la flexibilidad son, por lo tanto, las dos características principales que, como virtudes, podrían señalar los poseedores de estas tarjetas. Les permiten llevar a cabo una serie de compras puntuales, es decir, las que no suelen repetirse de manera habitual.
Tendrían esta consideración compras como, por ejemplo, la inversión que se realiza para emprender un viaje de vacaciones de cierto nivel al extranjero o la que haría falta a la hora de adquirir el mobiliario para una casa.
Riesgo de endeudamiento
A veces no se dispone de suficiente liquidez para afrontar estos gastos y la tarjeta revolving se convierte en un instrumento que la proporciona. En los bancos tienen claras estas necesidades y, por eso, las ofrecen cuando conocen que sus clientes van a estrenar un piso.
El principal inconveniente para los usuarios de estas tarjetas es que pueden entrar en una espiral de gasto debido a la facilidad de su empleo, lo que les sumiría en el endeudamiento.
Creen que están abonando el total del principal del dinero a préstamo, pero no terminan de devolverlo, ya que cada mes se van sumando los intereses relativos al pago de los fondos mediante cuotas.
¿Cómo evitar los problemas de la tarjeta revolving?
Lo primero que hay que comprobar son las condiciones del contrato. Está claro que conviene evitar la devolución por cuotas.
Por último, si no se ha informado al cliente con transparencia y con arreglo a sus conocimientos financieros, existen grandes probabilidades de denuncia para recuperar parte del dinero que se debe en intereses.
En definitiva, una tarjeta revolving debe ser manejada solo ocasionalmente y con cuidado.
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