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Las criptomonedas se han convertido en un elemento conocido y su utilización se ha extendido a nivel global. Aunque uso actual tiene un carácter más inversionista, las criptomonedas como método de pago son utilizadas para transacciones de carácter privado. Su implantación a futuro como un método habitual está por definir.

Principales inconvenientes del uso de la criptomoneda

Las criptomonedas requieren de solventar una serie de escollos para poder convertirse en un elemento común en las transacciones. Algunos de ellos son de carácter técnico, mientras que otros tienen una carga más social.

Coste energético

El consumo de electricidad que requiere este sistema es muy elevado, unos 53 TWh al año. Esta cifra se asemeja al consumo de países, como Noruega o Argentina. Este consumo anual se ve reflejado en la cantidad de energía que requiere cada transacción, suficiente como para cubrir la electricidad de un día en cinco hogares.

Estos costes siguen creciendo cada día; los mineros añaden más potencia a sus equipos, las transacciones crecen y cada día aparecen nuevas monedas. Aunque a los usuarios no les repercuta de manera directa este coste y los mineros lo cubren con holgura, el impacto medioambiental puede ser muy costoso a largo plazo.

Oligopolio

Para producir las monedas digitales es imprescindible contar con un ordenador potente que cuente con chips especializados. Este proceso se está concentrando en fábricas dedicadas, lo que inevitablemente genera una concentración de poder en el mercado. Esto repercute en dos factores, por un lado en la vulnerabilidad del sistema (aunque resulta muy complicado penetrar en él) y por otro la posible generación de un oligopolio.

En este último caso se pueden generar una manipulación de las tarifas de las transacciones por parte de los mineros o incluso una denegación del servicio o de determinadas transacciones. Esto repercutiría en un control del mercado por parte de unos pocos individuos.

Operatividad

En este caso se hace referencia al mayor problema técnico al que se enfrentan este tipo de divisas: su escalabilidad como método de pago. Su sistema de bloques está limitado por la creación de los mismo y su tamaño. Cada 10 minutos se genera un bloque de un tamaño de 1 Mb, es decir, unas 2000 transacciones. Esto se traduce en solo 3 transacciones por segundo.

Este volumen es totalmente irrisorio frente a otros métodos como las compañías de tarjetas capaces de realizar miles de transacciones por segundo. La seguridad que aporta la tecnología de las monedas digitales las convierte en un lastre a la hora de realizar transacciones de manera fluida. Este es sin duda el principal problema al que se enfrenta la tecnología actual del sector.

Legislación

Al no depender de un estado las criptomonedas no cuentan con una cobertura legal, su uso no se encuentra legislado. Aunque existen ciertas disposiciones como el pronunciamiento del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que avaló su uso como método de pago, todavía está pendiente su inclusión en las legislaciones nacionales.

Este tipo de leyes suelen aparecer a posteriori, es decir, cuando su uso ya está extendido y es más sencillo regular sobre él. En la actualidad el uso de las criptomonedas se encuentra en el punto de mira de los países y en futuro cercano se irá legislando cada vez más.

Volatilidad

Las criptomonedas no se encuentran reguladas por ningún tipo de ente, esto significa que están totalmente expuestas al mercado. Debido a ello su precio es fluctuable y por lo tanto volátil, un día pueden valer una gran cantidad de moneda de curso legal y al siguiente cero. Esto implica que su uso como divisa para la realización de transacciones supone un riesgo mayor que las divisas controladas.

En este caso los vendedores son los que asumen un mayor riesgo ya que acaban siendo los poseedores finales de la moneda. Actualmente sus valores se encuentran al alza pero esta subida puede repercutir en una caída en cualquier momento.

Aceptación

Este es el gran reto al que se enfrentan todas las tecnologías de diferente índole que quieren establecerse en la sociedad; ser aceptadas y usadas. Para convertir las criptomonedas en un método de pago común los operadores (consumidores y empresas) deben aceptarlas y usarlas de manera habitual.

El paso se antoja difícil ya que buena parte de la sociedad las sigue viendo más como un elemento especulativo que como una moneda de uso cotidiano. Superar esta barrera es el gran reto social al que se enfrentan las divisas digitales y que todavía está por ver si lograran superar.

El uso de las criptomonedas como medio de pago habitual es una incógnita pero, en el momento de su creación no se previa el alcance de los precios que tiene actualmente alguna de ellas. Sin duda su uso está en auge pero falta por ver si consigue establecerse a nivel social y superar las barreras tecnológicas y legislativas.

Fuentes de referencia:

https://www.elblogsalmon.com/productos-financieros/criptomonedas-como-medio-pago-su-triunfo-depende-unos-pocos-importantes-factores
https://www.unaes.es/el-futuro-del-dinero/
https://www.criptoro.com/las-criptomonedas-como-medio-de-pago/

Imagen | Pixabay